domingo, 11 de abril de 2010

CUENTOS DE SUNNY


SUNNY CAMIONERO




A la edad de cinco años mi madre, mi hermana Ellen y yo viviamos felices en el condado del Bronx, New York. Al lado de nuestra casa, había una compañía de transporte de carga, que tenía un enorme parqueo para los camiones y cuya puerta de malla ciclónica, cerraban al final de cada jornada con un oxidado candado. Aquel lugar siempre llamó la atención de mi hermana y la mía; especialmente por los enormes camiones que allí paraban. Particularme, yo soñaba con ser conductor de uno; me decía a mí mismo algún día será. En el verano del año 1966, una linda tarde en domingo, montaba bicileta alrededor del parqueo, perdí el control y fui a estrellarme, justo frente a la puerta de ese lugar. Con el impacto de la caída sobre la puerta, el candado cayó al suelo; entonces me di cuenta que el lugar estaba abierto. Me levanté rápidamente y corrí a casa a decirle a mi hermana que ese lugar, al que siempre mirabamos estaba abierto.



Inmediatamente volví con Ellen, empujamos la puerta y abrió sin problemas, entramos y exploramos el lugar, había allí unos cinco o seis camiones, de los cuales uno, atraía mi atención enormemente, era rojo, mi color favorito, corrí hacía donde estaba parqueado y mi hermana tras de mí. Empuje con dificultad la manija de la puerta, para mi sorpresa estaba abierta; entonces le dije a mi hermana "no pensé que mi sueño de conducir el gran camión rojo se haría realidad tan pronto", salte dentro de él y mi hermana me siguió. Jugamos al condutor y la copiloto a nuestras anchas. Nos divertimos de lo lindo, hasta la caída del sol, cuando nuestra madre nos llamo para cenar. Nos cercioramos de colocar el candado despues de salir, siempre esa era tarea de Ellen, que era más alta que yo.



A partir de ese día esperabamos con ansia que dieran las cinco treinta de la tarde hora en que usualmente cerraban el parqueo y especialmente los sábados que los trabajadores cerraban más temprano y no retornaban hasta el lunes en la mañana. Todos los días Ellen me ayuda a abrir el candado; entonces yo me subía a mi amado camión rojo con Ellen o sín ella. Hasta que un día...... Hacía algunos cinco o diez minutos que me imaginaba conduciendo el camión. Ellen había regresado a la casa y yo estaba en un entretenido monólogo, cuando de repente! ....... Una horrible voz; de un enorme, fortachon y peludo gigante, se dirigió a mí preguntando! " qué estas haciendo ahí mocoso intruso?" En ese momento sentí que mi sangre se congelaba en mis venas y me asusté tanto que quize llorar o gritar; pero mi voz no me respondía, mis movimientos tampoco, sólo recuerdo que abrí mi boca en un mudo grito. Aquel hombre notaría lo mal que me había puesto, que abrió suavemente la puerta, me tomó por el brazo y con un vozarrón en tono bajo me dijo: "vete a casa niño y no vuelvas por aquí". Al poner pie en tierra, sentí que mi sangre se calentó y puse el turbo en mis pies. Sólo cuando estuve fuera del alcance del gigante, mi voz me respondió y comencé a llorar.



Al llegar a casa noté que había mojado mis pantalones. Ese día terminó la actividad más divertida de ese verano.







MI RED WAGON



Cuando contaba seis o siete años de edad, mi madre contrajo un segundo matrimonio; entonces ella; mi hermana y yo, fuimos a vivir a una granja con mi padrastro, en Puerto Rico. El siguiente año, mis abuelos nos visitaron para las fiestas de fin de año y me regalaron para navidad, un Red Wagon. Recuerdo que estaba en una enorme caja. Al momento de abrir aquel regalo, sentí que era el día más feliz de mi vida ; pues era el sueño de toda mi vida. Era un carro muy grande y con mi color favorito. Era sensacional. Por los días en que mis abuelos estuvieron de visita en la granja; donde viviamos, por alguna extraña razón mi padrastro no me había mandado a recoger huevos; ni a alimentar las gallinas,como de costumbre; así que, disfruté a mis anchas de mi juguete; mienstras mi padrastro me veía con una recelosa mirada.



Para mi desgracia, terminaron las vacaciones de mis abuelos y para colmo, al dia siguiente de marcharse mis abuelos, a mi lindo carro se le desprendió una rueda. Estuve largo tiempo pensando que haría para repararlo; pues nunca antes había tenido un problema de esa naturaleza. Por más que intenté no pude arreglarlo y unos días después, mi padrastro agarró el carro. Sentí alegría en ese momento pensando que me lo arreglaría; no podía estar más equivocado, mi papi lo arregló; pero no para ser usado por mí; sino, para su uso personal. Me sentí muy triste y decepcionado. El malvado, arreglo mi red wagon para cargar cosas dentro de la granja.



Un día en que mi padrastro venía del mercado, con el carro abarrotado de mercancía y subía una cuesta al llegar a la casa, al carro se le volvió a salir la rueda que él había reparado. Toda la mercancía que cargaba, rodó cuesta abajo y perdió algunas cosa que se desparramaron por el suelo. Yo que había presenciado lo sucedido, reí espontáneamente a cargajadas. Cuando mi padrastro me escuchó reír, me agarró y me dio una tunda; pero poco me importo; pues aquella maldad de mi papi quedó pagada con aquel gracioso evento.







MI PAPI VENDE MI CABRA



En esos años en que vivía en la finca de mi padrastro en Puerto Rico, tenía una cabrita a la cual cuidaba y apreciaba. Cuando se hizo grande mi padrastro decidió que era hora de venderla, yo no estuve muy conforme con la idea; pero en la casa se hacía lo que mi padrastro decía. En definitiva debíamos ir a casa del comprador a llevar la cabra. Yo no entendía porque yo debía ir, si la idea de vender mi cabra fue de él; pero no podía cuestionarlo. El caso es que él se subió al carro y me dijo: "agarra la cabra y sigueme", por un momento no entendí lo que estaba pasando; pero mi papi, se encargó de que estuviese claro cuando me gritó con su voz de trueno: " agarra la cabra y camina".



Para colmo de los colmos, tuve que llevar la cabra corriendo detrás del carro que él conducia. Cuando me retrasaba en el camino me volvía a gritar para que me apresurara. Caminaba muy triste poque no volvería a ver mi cabra; pero, por un momento me alivió la idea, de que con parte del dinero de la venta, me podría comprar muchos helados.......aunque sea uno. La decepción fue más grande, cuando pedí dinero a mi padrastro y este me dijo que no me daría nada que yo comía demasiado, por lo que no me daría ni un centavo de lo que cobró por la cabra.






MI PAPI AL BATE



Durante mi triste estadía en la finca de mi padrastro; también tuve momentos de diversión; recuerdo lo feliz que estaba aquella vez en que estaba jugando beisbol con algunos amigos. Hasta que mi padrastro no resistió verme tan feliz, sin hacer alguna de las suyas.



Era mi turno al bate y entonces él intervino, arrancando el bate de mis manos de forma violenta, diciendo: "dejame a mi batear"; pues, se hizo su voluntad y cuando le picharon la bola, quizo darle con tanta fuerza para mandarla bien lejos!!!!, que con el impulso, dió una vuelta sobre sus propios pies y cayó de bruces en tierra. Aquello, fue un alboroto....todos los presentes rieron a carcajadas y aunque yo no me atrevi a reirme, por dentro fui quien más gozó.



Más de trinta años desde entonces pasaron y todavia me rio ja ja jaja ja jaja ja jaa ja jaja ja jaja ja jaja ja jaja ja jaja ja jaa ja jaja ja jaja ja jaja ja jaja ja jaja ja jaa ja jaja ja jaja ja jaja ja jaja ja jaja ja jaa ja jaja ja jaja ja ja.........................Todavía puedo ver la cara de mi padrastro pintada de tierra.






BRINCA SAPO, BRINCA



Tenía ocho años de edad, cuando en la clase de ciencias me asignaron un proyecto sobre el comportamiento de un animal, en diferentes estados o en diferentes ambientes. Los niños teníamos la libertad de escoger el animal que queríamos estudiar y a la vez podíamos elegir el tipo de experimento que llevaríamos a cabo; el único punto obligatorio de la tarea consistía en exponer el proyecto en la fecha que se había asignado.



Como yo vivía en una finca estaba obligado de una forma u otra a tratar muchos animales. Pero por alguna razon, los detestaba; asi que, no eran de mi interés. De todos lo animales que habitaban en la finca el único que verdaderamente me interesaba era el sapo; pues era el único de la finca por el que mi padrastro no mostraba interes y al cual no había que alimentar ni cuidar. Es así, que no lo pensé dos veces antes de elegir un sapo para mi proyecto.



El dilema ahora era, cual sería el experimento. Así que me dije a mi mismo mienstras perseguía a un sapo, "ya se me ocurrirá algo". Para desgracia del sapo en el proceso de persecución, le sobrevino un avatar que le cambio la vida. Cuando lo atrapé, lo agarré por una pata; pero lo aprete con tanta fuerza que se la desprendí. Fue un accidente. Entonces me pregunte a mi mismo, "y ahora que haré con un sapo de tres patas?" y comenzé a gritarle al sapo, "brinca sapo, brinca" y para mi sorpresa el sapo corrió pero no brinco. Esto me dejo sorprendido y entonces, se me ocurrió, una brillante idea para mi proyecto. Lleve el sapo conmigo, busque una libreta para anotar mi proyecto y comencé a escribribir lo que hasta ese momento había observado, sobre el sapo, que ahora tenía tres patas. "El sapo con tres patas no brinca". Luego (todo por la ciencia) agarré el sapo nuevamente, pero esta vez me cuide de agarrarlo por la pata de atras para emparejarlo. Me ayudé un poco con un objeto filoso y dejé al pobre sapo con las dos patas delanteras solamente; luego solte al sapo y le grité, "brinca sapo, brinca", "brinca sapo, brinca", "brinca sapo, brinca", el sapo no parecía escucharme; pues no se movía. Así que, anoté en me libreta, "el sapo con dos patas, es sordo".


Nota: El anterior cuento es una adaptación del cuento "El sapo sin patas se queda sordo", de los famosos cuentos de Jaimito. Escuche a Sunny contar este cuento en primera persona y lo hizo con tal gracia que me lo imaginaba dentro de aquel personaje. Por tanto quise incluirlo en una pequeña recopilación de sus cuentos.







LA PELEA DEL POLLO MANILO



Entre las muchas faenas de una finca, se encuentra la de alimentar y cuidar de las aves; especialmente el cuidar del gallo de pelea; que era el animal consentido de la finca. Como siempre me enviaban a mí con una lata con agua , en los días calurosos para refrescarlo. Estaba cumpliendo como mi obligación, cuando el pollo manilo acercó hacia donde estaba amarrado el gallo. Este rápidamente le entro a picotazos, agarrandolo por la cresta, en ese momento no sabía que hacer, así que le arroje la lata para salvar al pollo, accidentalmente le di en la cabeza al gallo y cayó pataleando; entonces me dije a mi mismo o mierda y ahora que haré y dije no te mueras gallo, por favor no te mueras; pero el galllo no me escuchó y estiro las patas, muriendo en el acto. Estaba muy asustado no encontraba que hacer, si mi padrastro se enteraba que su gallo de calidad estaba muerto por mi culpa me mataría; así que rápidamente pense en una coartada. Fuí corriendo a la cocina a decirle a la madre de mi padrastro, que el pollo manilo y el gallo se estaban peleando y que no podía separarlos. Con el alboroto mi padrastro escucho y todos vinieron a ver el escenario de la pelea, encontrandose al pollo manilo picando la cabeza del gallo, muerto previamente, esto fue una casualidad que me ayudó, entonces todos creyeron la historia, de que el pollo manilo habia matado a un gallo de pelea, que era de los más bravos.



Después mi padrastro les contaba a todos, como su pollo manilo habia matado su gallo de pelea y desde ese día comenzóa darle cuidados especiales al pollo y a tratar de pealearlo con otros gallos; pero perdían su tiempo; pues el pollo no hacía nada más que correr. Yo callé la verdad de lo sucedido hasta ahora.







LA CASA DEL PERRO



Una vez mi padrastro construyó una casita en el patio trasero del rancho, para el perro. Como siempre yo tenía que ser su asistente, en todo lo que tenía que ver con trabajo en la casa. Al terminar de techar la casita, él me advirtió: "Cuidado con subirte al techo de la casita"... antes de esa advertencia no tuve la intención de subirme en la casa del perro; pero cuando lo escuché, me dió la idea de que podía ser divertido, así que, no pude resistir la tentación y tan pronto como dió la vuelta...me subí al techo de la casita y por un disfrute encima de ella diciendo"lero lero, lero lero...."hasta que...de la nada salió mi padrastro, que se había ocultado tras unos arbustos para vigilarme. Por un momento me quede inmóbil parado en el techo de la casita, al escuchar la voz de mi papi decir, "baja de ese techo muchacho malo", baje de un salto. El ya me esperaba con la correa para darme una de tantas otras tundas que recibí de él. Esa vez la merecía.







MI PRIMER EMPLEO




Desde que fuimos a vivir con mi padrastro "mi papi", me ponía a trabajar en labores cotidianas de la finca tales como: Darle de comer a los cerdos y a las gallinas; echarle agua a los gallos enjaulados; recoger huevos, etc. hubo un día en que fué diferente, resulta que un amigo de mi padrastro, don Porfirio, le había dicho que necesitaba un trabajador para que le recogiera las habichuelas de su conuco, al siguiente día, un Domingo; ya que don Porfirio iba de paseo con su familía, mi papi rápidamente le dijo que le tenía a alguien para el trabajo, ese alguien era yo. Todavía me lo imagino diciendole "mi hijastro tiene diez años; pero tiene el cuerpo de un hombre y trabaja como burro", ya saben, networking para mí y billetes para su bolsillo. Recuerdo que ese Domingo me despertaron más temprano que de costumbre y después que terminé de desayunar, la mamá de mi papi me entregó una lonchera con el almuerzo; luego me dijo, "vete a casa de Porfirio", camina rápido que te está esperando para un trabajo, en ese momento me puse bien contento; pues pensaba que recibiría paga por mi trabajo y además estaría fuera de las garras de mi Papi. Corrí hacia allá y llegando don Porfi me entregó una cubeta y unos sacos y me dijo, "ese es el conuco de las habichuelas", "recoge sólo las llenas", etc., etc., etc. , luego el señor se marchó con toda su familia de paseo y yo quedé allí sólo.



No recordaba desde cuando no estaba en un lugar, sin que me estuvieran supervisando, aún así me sentí bastante seguro de realizar bien la tarea; pues consideraba que era demasiado fácil. Entonces comencé a trabajar. Recogí unas cuatro o cincco cubetas de havichelas que iba echando dentro de un saco , tal como dijo don Porfi. Trabajé como un animal, como hubiera dicho mi papi, comencé como a las 8:00 AM y después de lo que yo consideraba una larga jornada de trabajo, me senté a descansar y tomé mi almuerzo, el esfuerzo del trabajo me había dado mucha hambre. Al terminar de comer, pensé que ya había agotado mi día de trabajo y que ya deberían ser las tres o cuatro de la tarde, así que decidí volver a casa. Amarré el saco con las habichuelas, lo guardé en el granero y puse candado como me dijo don Porfi; luego me fuí feliz a la casa con el sentido del deber cumplido.



Fue una sorpresa para mí cuando llegué a la casa, entre por la cocina y lo primero que ví fue la hora, oh oh! ..... estaba en problemas, eran sólo las 10:00 AM.






BOLETO DE VIAJE



A la edad de once años, tuve una inflamación en los ojos; luego sufrí complicaciones y enfermé grávemente, no se sí por estar en constante contacto con eses fecales de los animales que cuidaba, sin la protección adecuada o porque después que mis ojos comenzaron a enfermar, mi papi me puso las gotas que usaba para curar los ojos de los gallos.



Mi madre agotó todos los recursos posibles llevándome a diferentes doctores y poniendo cuidado especial en mis ojos; pero no mejoraba. Mi abuela que vivía en la ciudad de New York, al enterarse de mi situación , me envió una carta acompañada de un boleto de avión para que viajara hacia allá, para llevarme con buen doctor. Cuando aquella carta llegó a mis manos, la abrí con mucha emoción y grande fue mi sorpresa, cuando ví que en la carta decía que el cheque adjunto era para comprar un boleto con destino a New York. Recibir esa estupenda noticia fue un shock para mí. De la emoción mis rodillas flaquearon y caí al piso. En ese mismo momento dí gracias a Dios por haber enfermado de los ojos; pues así me estaba poniendo fuera del alcance de mi padrastro y volvería al lugar del mundo donde me sentía más seguro, la casa de mis abuelos.



Entonces viajé a la ciudad de N Y, donde fuí atendido por un médico especialista. Me recuperé rápidamente y lo mejor de todo fué, que ya no tuve que regresar a Puerto Rico a trabajar en la finca de mi Papi.








SUNNY BOY SCOUT



Ingresé a un  campamento de Boy Scouts a los 12 años, fue una experiencia fantástica, llena de aventuras; recuerdo especialmente cuando ibamos de campamento a los Siete  Lagos, aquel lugar era mágico para mi, tanto así, que todavía es el lugar de esparcimiento que hoy día suelo visitar con más frecuencia.  La segunda vez que acampamos en aquel lugar fue el verano de 1974, era para todo un fin de semana, todo iba de maravilla hasta que llegó la noche del primer día, inicie un pequeño fuego como aprendí con los boy scouts y busque entre mis aditamentos las salchichas que mi abuelita me había dado con mucho amor, eran para la cena de la primera noche.    Busque infructuosamente sin resultados, hasta que me convencí de que alquien las había robado.  Comence a gritar a todo pulmón "quien fue el ladrón que robó mis salchichas" hasta que vino el instructor del campamento, quizo tranquilizarme diciendome que tal vez las había olvidado en la casa, cuando yo estaba seguro de que mi abuelita las guardo en mi mochila.

De nada sirvió mi argumento, ni mi exigencia de que me las devolvieran, esa noche tendría que ir a dormir con unas golosinas como cena.  Cuando comía mis chocolates pensé en un plan para vengarme de quien robara mis salchichas no importaba que para ello pagara todo el grupo.  Me puse de pie rápidamente y tome mi soga, salí de mi casita de campaña, en ese mismo momento había comenzado a llover copiosamente, no me importó en lo absoluto mojarme, camine sigilosamente hacia un extremo del campamento, donde comenzaba la línea de casitas y ate la cuarde en un poste y luego  con igual cuidado camine hasta el otro extremo justo donde se encontraba la penúltima casita, sólo mi casita quedo fuera del diámetro de la cuerda, una vez alli agarré la soga con fuerza y corrí como desaforado alrededor del campamento gritando "van a pagar por robar mi cena" con la soga se arrancaron todas las casas de campaña, incluso la del instructor, menos la mía.

Todos los chicos, los que estaban disfrutando su cena y los que ya estaban en sus bolsas de dormir quedaron inmediatamente empapados con el torrencial aguacero que caía.  El instructor no menos empapado de agua gritó, "quien hizo esto", al tiempo que alcanzo a verme todavía con las cuerda en mano, yo reía a todo pulmón ja ja ja ja...mirando el corre corre que se había armando mienstras decía " nadie corrio para buscar mi cena eh! cojan ahi" ja ja ja ja, cuando el intructor llegó donde estaba yo con el cuerpo del delito todavía en la mano, me tomo por una oreja y me gritó "pagaras por esto muchacho malo" me encamino a mi casa de campaña y corrió a dirigir el levantamiento de las casitas de campaña.

Yo sacaba la cabeza por momentos para ver el desarrollo de la jornada.  Esa noche me fui a dormir sin cenar, pero mi bolsa de dormir estaba calientita, todos los demás cenaron; pero sus bolsas estaban mojadas.

Al dia siguiente recibí mi castigo por mi mala acción, me enviaron de vuelta a casa con una nota para mi madre que decía "expulsado del campamento por mala  conducta"







EL HOMBRE DEL CUCHIFRITO



Cuando tenía trece años solía ir a comprar bocadillos a un cuchifrito cercano a a mi casa. Resulta que un día entré al lugar, ordené un batido de chocolate y un pastelillo de queso y me senté a desgustarlo con mucho apetito, hasta que noté que al fondo del salón en que estaba, había un extraño hombre, que me miraba con mucha atención. Continue tomando mi helado y mire de reojo aquel hombre y todavía me estaba mirando. Me asusté mucho; pues no sabía la razón por la cual ese señor no me quitaba los ojos de encima. Lo mire varias veces y él igual seguía mirandome. En ese momento pensé que debía se un mal hombre y que quer1a hacerme daño, me puse bien nervioso y decidí salir sigilosamente del lugar. Llegando a la puerta corrí y determiné no volver a aquel cuchifrito otra vez.



Pasaron algunos días y extrañaba los bocadillos y helados que acostumbraba a comprar en el cuchifrito. Así que decidí que volvería a comprarlos; pues, ese hombre seguro no estaría allí. Entonces volví. Cuando entre, lo primero que ví fue a aquel hombre y me estaba mirando a mí otra vez. Que fastidio; pero me llene de valor y ordené mi helado y mi bocadillo. Esta vez "to go", pagué y volví a mirar de reojo y efectivamente, me seguía mirando. Yo estaba muy asustado otra vez y pasaron muchas cosas por mi cabeza, le hice el comentario al cashier del lugar y el soltó una gran carcajada mienstras decía....."pero si ese hombre es de cartón". Sentí un gran alivio; pero me dió tanta verguenza que pasarón varias semanas antes que decidiera volver allí.